Nuestra provincia y su parque prehistórico
En este maravilloso parque ubicado en Villa Sanagasta se pueden encontrar ocho esculturas de dinosaurios con sus distintivos y brillantes colores a una escala real en donde ofrecen una extensa explicación del parque en sus comienzos y los animales prehistóricos que habitaban en la zona, se pueden observar también sus singulares nidos en los cuales empollaban sus huevos por largos periodos de tiempo.
Este lugar es visitado frecuentemente por su relevancia en el campo de la paleontología y por su gran atractivo turístico, especialmente bueno para visitar en familia y amigos.
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El parque geológico surgió en el año 2001 luego de que un grupo de investigadores descubrieran un importante yacimiento paleontológico formado por nidos y huevos de dinosaurios, quienes utilizaban esa zona como una “guardería”.
El pequeño parque de poco menos de 850 hectáreas tiene dos áreas claramente diferenciadas por la topología del lugar; la primera es un valle rojizo donde se encuentran las esculturas de dinosaurios de tamaño cercano al real y es ahí donde se realiza la visita guiada. El otro sector se encuentra arriba del barranco y es una zona de sedimento principalmente formados por arenisca, es ahí donde encontraron los huevos y nidos a aproximadamente 1,5 metros de profundidad. El valle, hasta donde se sabe, no cuenta con restos fósiles de dinosaurios ya que era una zona fangosa y además mucho anterior a los dinosaurios.
Los sedimentos superiores se remontan a hace 145 millones de años durante el periodo cretácico en Argentina, se encontraron los nidos anteriormente mencionados pertenecientes a la especie argentinosaurus, el cual fue originalmente descubierto en Neuquén y se convirtió en uno de los dinosaurios más grandes que hayan pisado la Tierra. Este dinosaurio depositaba sus huevos en los nidos y una vez que eclosionaban, las crías debían valerse por sí mismas hasta poder unirse a la próxima manada que llegase.
Otro de los dinosaurios de los que se habla en la visita es el abelisaurus. Este vivió a finales del período Cretácico, hace aproximadamente 83 y 80 millones de años atrás. Su nombre se debe a Roberto Abel quien es el que lo descubrió en la Patagonia, lugar donde fueron encontradas varias especies que regularmente migraban a lo que hoy es La Rioja puesto que no existían las montañas que hoy podrían obstruir el paso. El abelisaurus tenía un cráneo de gran tamaño y un cuello corto, así como brazos pequeños cuya utilidad sigue siendo un debate; era de hábitos carnívoros y compartía coincidencias morfológicas con el carnotaurus de mayor tamaño.
Respecto a las comodidades del parque, este está bastante bien preparado. Cuenta con baños para ambos géneros, está adaptado para que los más pequeños de la familia puedan disfrutar del paseo, hay un estacionamiento y adyacente al mismo encontrará un sector con souvenirs, bancos para descansar y miradores con vistas privilegiadas al valle y el cerro al cual puede accederse por distintos puntos, uno de ellos siendo la confitería.
La buena infraestructura no acaba en la entrada, todo el recorrido cuenta con plataformas a modo de mirador, bancos para descansar junto a algunas esculturas, barandas para ofrecer una experiencia más segura y un camino bien marcado.
La entrada tiene un valor de apenas $1.000 ARS, volviéndola accesible y convirtiendo, sin duda alguna, a este parque en uno de los atractivos favoritos de La Rioja para ir en familia.
UNA BREVE REFLEXIÓN SOBRE EL SITIO
La experiencia vivida en este maravilloso lugar es encantadora, el parque ofrece una visión fascinante sobre la prehistoria que nos permite sumergirnos en los periodos más antiguos y enigmáticos de la Tierra, aprendiendo sobre la evolución y la extinción de estas grandiosas bestias. Genera un sentido de admiración ante estas criaturas prehistóricas, al mismo tiempo que atrae nuestra curiosidad y nos impulsa a explorar más sobre el mundo que nos rodea.
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